Casi todo
cambia. Los miedos cambian. Los sueños cambian. Las expectativas, los
amigos, las mentiras, las casas, las mascotas, el tiempo, los horarios,
los lugares, las ideas, los problemas,...–los sentimientos no cambian,
cambian las personas–.
En esta
operación los números se modifican y, consecuentemente, el resultado. Y
aun aventurando los distintos y posibles números –aun así, recalco–
pensar en el cambio aún me aterra, me sorprende y/o me preocupa.
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